Beneficios

Reducción de las superficies pavimentadas

Debido al excesivo incremento de las superficies selladas, surgen en las zonas de aglomeración urbana, influencias negativas en el agua domiciliaria, la calidad del aire y el microclima. El mal clima en nuestras grandes ciudades podría mejorarse esencialmente a través de un aumento de superficies verdes, fundamentalmente ajardinando edificios y reduciendo las superficies pavimentadas.
Ajardinados de 10 a 20 cm de altura de vegetación sobre aproximadamente 15 cm de sustrato equivalen de 5 a 10 veces más superficie de hojas que la misma área en un parque abierto, como ya se mencionó.

Producción de oxígeno, consumo de dióxido de carbono

La vegetación de los techos verdes toma, como todas las plantas, CO2 del aire y libera oxígeno. Esto sucede en el proceso de fotosíntesis, en el que 6 moléculas de CO2 y 6 moléculas de H2O, mediante un consumo de energía de 2,83 kJ, producen 1 molécula de C6H12O6 (glucosa) y 6 moléculas de O2. En el proceso de la respiración, se produce CO2 y se consume O2. Sin embargo solamente de 1/5 a 1/3 de las sustancias ganadas por la fotosíntesis son consumidas nuevamente. Mientras las hojas verdes sobre el techo aumenten, se generará oxígeno y se consumirá CO2. Si existe un equilibrio entre el crecimiento y muerte de partes de las plantas, siempre existiría la ventaja de que se extraiga CO2 del aire y quede almacenado en ellas.

Limpieza del aire

Las plantas pueden filtrar polvo y partículas de suciedad. Éstas quedan adheridas a la superficie de las hojas y son arrastradas después por la lluvia hacia el suelo. A su vez, las plantas pueden absorber partículas nocivas que se presentan en forma de gas y aerosoles.
Investigaciones de Bartfelder demostraron, que en los barrios céntricos de las ciudades, altamente contaminados, también los metales pesados son captados por las hojas (Bartfelder y Köhler 1986).
Mediciones sobre una calle federal suiza dieron como resultado que un seto de 1m de alto y 0,75m de ancho reduce un 50%, a través de su efecto de filtro, la contaminación por plomo de la vegetación ubicada detrás de él (mencionado en Lötsch 1981).

Reducción del remolino de polvo

Los techos cubiertos con vegetación disminuyen considerablemente el recalentamiento de las superficies techadas.
En Europa Central, un techo plano aislado térmicamente, cubierto con grava y no protegido por plantas, llega a los 60°C con una temperatura del aire de 25°C en un día de verano, y en circunstancias extremas llega hasta los 80°C . Esto produce sobre los techos un movimiento de aire ascendente (“térmica”), que, para una gran superficie techada de 100 m2 puede alcanzar 0,5 m/seg. (Robinette 1972, pág. 459). También hace que las partículas de suciedad y polvo depositadas sobre calles, plazas y patios, nuevamente sean impulsadas a la atmósfera y se formen capas de gases, humos y suciedad sobre los ámbitos residenciales. Mediante techos ajardinados se puede reducir en gran proporción este movimiento del aire, porque sobre áreas verdes no surge ninguna “térmica”, ya que, al rayo del sol, la temperatura en el colchón de pasto es permanentemente inferior a la temperatura del aire.

Regulación de la temperatura

Es por medio de la evaporación de agua, la fotosíntesis y la capacidad de almacenar calor de su propia agua, que la planta extrae el calor de su ambiente. Este efecto de enfriamiento, que se hace perceptible fundamentalmente en los días cálidos de verano, puede demandarle el 90% de la energía solar consumida.
Con la evaporación de un litro de agua son consumidos casi 2,2 MJ (530 kcal) de energía. La condensación del vapor de agua en la atmósfera, pasa a formar nubes, donde la misma cantidad de energía calórica es liberada nuevamente. Lo mismo sucede cuando por la noche se condensa la humedad en las plantas. La formación del rocío matinal en fachadas y techos verdes trae aparejada una recuperación del calor.
Por lo tanto, las plantas solas pueden, a través de la evaporación y la condensación de agua, reducir las oscilaciones de temperatura. Este proceso se fortalece aún más por la gran capacidad de almacenamiento de calor del agua existente en las plantas y en el sustrato, como así también a través de la fotosíntesis, ya que por cada molécula de C6H12O6 (glucosa) generada son consumidos 2,83 kJ de energía.

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